Reflexiones de Navidad y Propósitos para el Año Nuevo
Hacía días que necesitaba encontrar un ratito para sentarme y escribir. Estas Navidades me han venido muchas reflexiones a la cabeza, y necesito dejar constancia de ellas. Durante estas vacaciones he aprendido muchas cosas. Algunas experiencias han sido preciosas, otras muy dolorosas, pero de todas he aprendido un poquito. Me he hecho consciente, todavía más si cabe, de todo aquello preciado que tenemos en nuestras vidas. Del regalo que son los momentos que tenemos para compartir con los que queremos, y de la necesidad de vivirlos de forma presente y consciente.
Despertarse cada mañana, aunque cueste abrir los ojos y salir de debajo de la manta, es algo que mucha gente ya no puede hacer. Nosotros sí. Y no sólo eso, sinó que podemos hacerlo nosotros y aquellas personas que más queremos. Puedo salir de la cama, ponerme de pie sobre mis dos piernas, que tienen fuerza suficiente para sostener mi cuerpo, y puedo ir hacia la habitación de mis hijos para despertarles. Sé que han dormido bien, y que han dormido calentitos y seguros. Tengo comida y bebida para darles cuando se despierten, y tengo ropa nueva para ponerles, y tengo juguetes para que se distraigan, y tenemos un televisor que pueden ver si se aburren. Tenemos un coche que nos permite desplazarnos allá donde nosotros decidamos, y tenemos dinero para ponerle combustible.
Tenemos agua caliente, y una estufa, que nos calienta en los días más fríos. Tenemos un hogar con muchas ventanas, espacioso y con una terraza, donde le toca el sol desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde, donde podemos jugar cada mediodía, en días de invierno, como si fueran de primavera. Tenemos familia, fuerte y unida, y tenemos amigos, y tenemos momentos para reecontrarnos y hacer ver que el tiempo no ha pasado.
Tenemos todas estas cosas, y hay quién no tiene nada. Tenemos todo esto y todavía queremos más.
Estos días de vacaciones he salido con mis hijos a pasear, con calma, poco a poco, disfrutando del sol de invierno sobre nuestra piel. Estos días les he visto ser felices con poco: balanceándose en los columpios, trepando por el tobogan, lanzando piedras por la rampa, brincando por encima de los pnéumáticos del parque, paseando muñecos, haciendo ver que les daban de comer. Les he visto reír y cantar mientras se columpiaban, y me han venido ganas de llorar. Llorar, creo, al darme cuenta de que aquel momento era la máxima a la cual tenemos que aspirar. He observado la felicidad más pura y sencilla que existe, y he querido que durara para siempre. Y he visto que, en realidad, se trata de eso: la felicidad no es la finalidad, sino el trayecto. La felicidad son todos estos pequeños momentos. La felicidad son ellos y verlos como los he visto estos días de Navidad.
Y debido a esa epifanía tan bestia que he experimentado, me he dado cuenta de otro hecho que me ha entristecido. La noche después de Reyes, pensé en mi hijo mayor y en como, quizás, el año que viene habrá ya perdido un poco más de inocencia, y estará más cerca de la realidad que de la magia. Me dio mucha pena que el día de Reyes terminara y, con él, una Navidad más.
Este año, las preguntas de mi hijo cada vez tenían más sentido, y he visto en él una lógica muy cercana a la de los adultos. Sé que el año que viene se cuestionará como puede ser que un tronco cague regalos, y se preguntará, como ha hecho ya este año, por qué los regalos del tió tienen el mismo papel de regalo que los de los Reyes, o por qué todos los Reyes que se ven en la tele son diferentes los unos de los otros. Esto me entristece. Nunca se tendría que perder la ilusión. Nunca se tendría que perder la magia, la de verdad, la que nos hace creer en hadas y dragones y encanterios, la que nos hace creer que todo, absolutamente todo, es posible.
Debido a esto, también me di cuenta que había otra cosa que me entristecía: el hecho de que la ilusión de los niños y niñas en la noche de Reyes fuera para ver qué regalos encontrarían debajo del árbol por la mañana. El hecho de que no solo los niños, sinó también los adultos, nos ilusionemos tanto por regalos materiales, me hizo pensar que quizás no se trata de eso. Quizás no se trata del regalo en sí, sino de lo que supone.
Probablemente, lo que pretendemos los adultos con los regalos es recuperar esta ilusión perdida, esta ilusión que perdimos por el camino cuando dejamos de ser niños. Sentirnos valorados y queridos, porque hay alguien que ha pensado en nosotros, y ha invertido tiempo y dinero en hacernos un obsequio. Lo que pretenden nuestros hijos e hijas con los regalos, probablemente, sea que pasemos más tiempo con ellos, que compartamos momentos de juego, y que lo hagamos de forma consciente. Que juguemos de verdad, olvidándonos de que hay un lavavajillas por poner o ropa por doblar.
Es por esto que mi único propósito de este año es pasar tiempo con mis pequeños, y hacerlo de forma presente y consciente. Jugar con ellos, leer con ellos, dibujar con ellos, valorar que están allí, con nosotros, y que podemos vestirlos, les podemos regalar cosas, podemos bañarles y darles de comer, subirlos y bajarles del coche, cargar sus cosas, ordenar sus juguetes, aunque a menudo estemos demasiado cansados como para darnos cuenta que poder hacer todo esto es el regalo más grande que puede existir jamás.
2019, este año voy a poder contigo, y con todo.
Comments (5)
Themamicam
13 de enero de 2019 at 3:53 AM
Entiendo esa angustia que te da con tu hijo de que esta perdiendo su inocencia, creo que yo sere igual.. pero solo nos queda pensar que estan creciendo de la mejor manera, tendran los mejores recuerdos y apreciaran el esfuerzo que hicimos por darles magia a su vida!
Verónica
13 de enero de 2019 at 5:15 PM
Ay cuánta razón en tus palabras, las mías son muy pequeñas aún, pero también siento nostalgia en pensar en lo rápido que están creciendo. Demos gracias por cada momento, por cada instante vivido juntos!!!!!
Daniela
13 de enero de 2019 at 10:51 PM
Que bonito post! Me encanta tu propósito de pasar mas tiempo de calidad con tus peques. Crecen muy rápido y en la adolescencia cuesta más hacer planes conjuntos. Disfrútalos!
@mamaversatil
15 de enero de 2019 at 11:28 PM
En estas navidades me pasó lo mismo amiga, me dio nostalgia ver que ya mi hijo tiene 4 y aunque aun es niño pues el tiempo está volando! Que bonitas tomas has capturado!
Uno más uno… son tres!
20 de enero de 2019 at 12:52 AM
Comparto tantas cosas contigo de éstos días que hemos pasado… me da mucha nostalgia pensar que nunca más se volverán a pasar navidades como éstas. Las habrá mejores o peores pero nunca como éstas. Me uno a tu propósito de pasar más tiempo de calidad!