Felices tres, mi pequeña
Hoy cumples tres. Intento recordar, pero no me hace falta. Lo tengo tan presente que es como si fuera ayer. El embarazo, los meses difíciles, los instantes previos a verte la carita… La angustia, los nervios, la calma tensa, la felicidad pura, el amor incondicional, infranqueable, sin barreras ni límites.
Cuando te vi, quise protegerte. Mi niña pequeña, frágil, no podía pensar que tendrías nada malo. No me entraba en la cabeza. Estabas allí, eras perfecta a nuestro parecer, y nada podría cambiar nuestra percepción. Sí, lo pasamos mal, y seguimos pasándolo mal, pero verte tan feliz, tan bien, tan sana… Eso es lo único que importa al final.
Ahora tienes tres años. En estas últimas semanas has crecido tanto… Te has hecho mayor, y lo sabes, porque no paras de repetirlo. Te hemos dicho tantas veces que tienes que crecer, que empiezas el cole de mayores, que has dejado el chupete, que ya no llevas pañal, que tendrás que dormir en tu camita… Te lo hemos dicho tantas veces que no has tenido más remedio que convencerte. Ahora quieres hacerlo todo tú sola. Todavía más que antes. Nos cuesta acceptarlo, pero tenemos que dejarte hacer. Aunque se te caigan las cosas o vayas tres veces más lenta, tenemos que dejarte hacer. Eres una valiente, porque nos has demostrado que estás haciendo una adaptación plena en muchos sentidos, y lo estás haciendo con paso firme.
Me encanta verte entrar a la escuela saltando por el pasillo, feliz. Me encanta verte sin chupete (aunque yo también lo eche de menos), me encanta verte sentada en esa mesita, con la mochila puesta y esperando, y me encanta ver cómo sonries cuando nos ves por el cristal. Después de cuatro adaptaciones a la escuela, lo has logrado. Y seguirás logrando todo lo que te propongas, con esa fuerza de carácter y esa determinación tan propias de ti.
Quiero que recuerdes, cuando leas estas palabras, cómo eras cuando cumpliste tres años. Eres feliz. Feliz cuando te levantas y nos ves por la mañana, feliz cuando tu hermano se despierta y te abraza. Feliz cuando juegas sin preocupación, feliz cuando andas por la calle, cuando subes a los columpios tu sola. Eres un pequeño mono con una habilidad espectacular para llegar a lo más alto, y nos dan microinfartos cuando te vemos, de repente, allá arriba.
Hablas por los codos. Empezaste antes del año, y ahora nos dices frases que nos sorprenden, razonamientos que pertenecen a edades más avanzadas, preguntas asombrosas que nos dejan sin respuesta. Eres reservada y prudente si no conoces. En eso has salido a tus padres. Pero cuando coges confianza no hay quién te pare. De la mano de tu hermano te sientes valiente y te atreves con todo. Creces cuando estás con él. Su mano te coge con fuerza y tu sigues su camino. Es lo que tiene ser la hermana pequeña, siempre tendrás un ángel protector que guiará tus pasos.
Eres testaruda. A ratos, rabiosa. Tienes la mecha corta y te enciendes rápido. En eso, temo decirte, eres igual que tu madre. Sabes lo que quieres y cuando lo quieres. Aún así, estás empezando a aceptar las cosas que no pueden ser, y a comprender el por qué. Empiezas a entender el tiempo, o el paso de éste, y sabes que si una cosa no llega ahora, quizás llegará luego.
Eres mayor, o eso crees, pero para mi, eres mi bebé. Felices tres, y por muchos, muchísimos, millones de años más a tu lado, pequeña.